Redescubriendo un nuevo sonido
- Bea Azañedo
- 16 jun
- 4 Min. de lectura
Siempre he pensado que la sensibilidad hay que nutrirla. Y que es el interior de uno mismo donde ésta coge forma. Es en el silencio donde interiorizamos y comprendemos lo que nuestro corazón y nuestros sentidos captan de la realidad. El silencio es como el fuego lento al que se va cocinando un guiso. Pero si parece tan esencial, ¿por qué lo evitamos tanto? ¿Acaso nos da miedo?
A día de hoy puedo decir que disfruto de la soledad elegida, del silencio buscado, de un momento del día donde el mundo exterior se para y mi mundo se detiene en un libro, en un paseo, en un paisaje tan natural como la luna llena de Madrid o la brisa de las noches de verano.
Por eso me fascina el cielo, las montañas o el océano, porque guardan el silencio que en la tierra muchas veces despreciamos. La naturaleza y la creación continuamente nos llama para que salgamos de nosotros y conectar con una realidad que nos supera, nos llama a pausarnos, a preguntarnos, a reflexionar. Es como si los paisajes recogiesen los pensamientos que proyectamos al mirarlos.
¿De qué te habla a ti el silencio? ¿Qué suena dentro de ti cuando paseas por el campo, por el mar, cuando observamos un cuadro o un horizonte?

Hay una frase de uno de mis libros favoritos, 1984, de George Orwell en la que dicen:
“Winston reparó en el silencio como quien repara en un nuevo sonido”.
Winston es el protagonista de la novela (que por cierto recomiendo leer) y vive en una sociedad donde está controlado continuamente durante todo el día. No puede pensar ni expresarse libremente porque hay un ente que los domina y observa llamado el "Hermano Mayor.
En su momento lo comparé con el móvil o las redes sociales, como entes que nos obnubilan, que controlan nuestro tiempo y nos lo roba, acaparan las horas de nuestro día y nos quedamos sin tiempo para pensar o para llenarlo de lo que nos importa.
Como una frase que me me dio mucho que pensar del libro Alicia en el País de las Maravillas:
"Si de verdad conocieras al tiempo no hablarías de matarlo".
Sin querer, dejamos de priorizar lo que de verdad nos importa, dejando a un lado nuestro horizonte, o el tipo de persona en la que nos queremos convertir.
Sin darnos cuenta podemos caer en una extrema consumición de contenido que muchas veces no nutre nuestro interior, dejando a un segundo plano nuestras prioridades.

¿De qué nos vamos a llenar si consumimos contenido que no aporta? ¿Acaso no estamos hechos de lo que nos nutrimos cada día?
La frase del libro de George Orwell me pareció muy reveladora. En nuestro día a día tenemos continuamente actividad, ruidos externos, o casi peor, ruidos internos llenos de: “tengo que...", los mensajes del móvil, las redes sociales, las noticias… todo cosas antinaturales (entendido como algo que no encontramos en la naturaleza). Cuando lo más natural es convivir con el silencio y dejar a un lado la multitarea a la que estamos acostumbrados.
Si miramos hacia atrás, nuestros antepasados tenían que cazar, recolectar, pescar y muchas tareas en las que convivían consigo mismos. Sin pantallas, solos ante la naturaleza y la compañía.

El silencio que es de los estados más accesibles para nosotros y más humanos, se convierte en “nuevo” porque en un determinado momento lo redescubrimos y lo buscamos. El estar en silencio es muy humano pues somos la única especie que racionalmente lo puede elegir.
Nunca hay dos silencios iguales. Son silencios que están más llenos que vacíos.
Como escribió Fabio Rossini en uno de sus libros llamado El arte de recomenzar:
“Siempre quedan muchas más cosas por reconocer que por conocer”.
Reconocemos y redescubrimos en ese silencio, en esa contemplación (solos o con alguien más) dónde vienen las luces y las ideas.
Redescubrir, volver a mirar, prestar atención a los detalles de cada día, profundizar en nuestras amistades, en nuestras tareas más cotidianas… es volver a reconocer lo que ya conocemos de forma superficial. Es buscar y mirar la profundidad de los motivos más cotidianos o banales.

Pero, para tener esta mirada profunda de nuestra realidad y de lo que vivimos, es necesario “educar” a nuestro cerebro y a nuestro corazón. Si vamos corriendo, con mucha actividad, rodeados de mil pantallas, con horarios eternos y apelotonados que nos imponemos, si no despegamos la mirada del móvil… cómo vamos a saber redescubrir la belleza a mayor escala. Una amiga filósofa me comentaba el otro día:
“La condición del hombre es sublime pero recae en lo concreto, en los detalles”.
Esos detalles son los que van cuidando y transformando nuestra mirada. Te invito a que pares los ruidos externos e internos y escuches un poco más lo que dice tu mundo interior.
Y tú, ¿Cómo cuidas tu mirada y tu corazón en los actos más concretos? Te leo en comentarios!!
Nos vemos en el siguiente artículo, mientras tanto, párate a contemplar.
Qué tema tan importante, el del silencio. Y es que tienes razón, no tenemos silencio. Yo mismo me sorprendo porque hace no mucho tiempo estaba constantemente escuchando música, y llegó un punto en el que hasta me agobiaba. Tuve un amigo hace años que me dijo que el silencio no tenía por qué ser incómodo. Era una de las pocas personas que lo hacía agradable. Es lindo, pero también importante. En el silencio es en donde se gesta la meditación y muchas veces el conocimiento y la reflexión de uno mismo. De lo que se es, se quiere ser, se cree, se siente. El silencio y aburrirse. Ya no solo tenemos un presente constantemente ruidoso, sino que siempre está "siendo…
Que barbaridad!! Cuánta sabiduría hay en tus palabras Beatriz, q necesario que todos nos demos cuenta de tan magnífico y MAESTRO puede ser el silencio..... Grscias por llevarnos de la mano y enseñarnos tanto. Cada artículo tuyo , es un nuevo aprendizaje para mi.
Espero pronto el.proximo(pero sin prisa)
Grscias!!!!
Brava amigaaaaaaa ❤️❤️🌈🌈
Mi nieta, mi escritora favorita, que hace pensar a su abuela, que tema tan importante has tocado Bea¡¡ para crecer en todos los aspectos... fijate Duos creó el mundo y al hombre sin orquesta.. en absoluto silencio ... y está sin ruidos sin palabras en el Sagraio ... para decirnos que el silencio interior ¡¡habla¡¡
Es tan grande el ruido al que está sometido el ser humano que a veces le obliga a tomar pastillas para poder frenar su cabeza, que puede llevarlo a la locura. Me encanta todo lo que dices.. redeescubramos cuanta belleza hay en nuestro interior y a nuestro alrededor. Te quiere tu abuela. Concha
Extraordinario Bea