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Cuando el ritmo es demasiado veloz

Foto del escritor: Bea AzañedoBea Azañedo

El otro día me llamaba la atención la siguiente noticia:

“El turismo del sueño es lo último en viajes de lujo para los que buscan un retiro para dormir, un hotel con almohadas top o actividades para quedarse frito”.

Se considera la nueva tendencia de viajes que busca promover Suecia, una de las sociedades más digitalizadas y una de las primeras que adoptó la digitalización. 


He de reconocer que no estoy en contra de ello, pero me hizo reflexionar. ¿Cómo es nuestra realidad, nuestro ritmo de vida para que necesitemos huir de ella, salir de nuestra rutina para buscar ratos donde poder descansar? Parece que solo un cambio radical de realidad es la solución para buscar ese remanso de paz y de descanso. 




Estos hoteles, por lo general, se encuentran en medio de la naturaleza y adoptan rutinas muy favorables para el descanso. Por las noches no hay televisores ni móviles, les basta una chimenea, una buena compañía y el parpadeo de las llamas del fuego para calmar todas las tensiones del día de trabajo.


Con este artículo vengo a traerte otra forma de vivir, que va más acorde con lo que es el ser humano. De tal forma que no hará falta llegar al límite y que nuestro cuerpo y nuestra mente se saturen. Aprender a bajar este ritmo frenético, evitar que la continua conexión con las pantallas y con la tecnología nublen nuestro cerebro y lo deterioren. Podremos resetearnos durante unas semanas en uno de estos hoteles para descansar, pero volveremos a la realidad, y estaremos un tiempo bien hasta que nuestra mente vuelva a saturarse. 


Por eso, te traigo una forma de vida que es mucho más humana. 

Últimamente leo los escritos del filósofo, psicólogo y periodista Carlos Javier González Serrano, director de un programa de radio llamado A la luz del pensar. En uno de sus últimos artículos decía: 

"Nos recuerda Aristóteles una anécdota del sabio Pitágoras. Habiéndole preguntado para qué nos criaron, respondió: “Nos criaron para contemplar el cielo”. Y solía decir que él mismo era un contemplador de la naturaleza y que para eso había venido a la tierra”. 


Parece que estamos dejando de lado lo más importante, lo que nos llena, nos configura y nos hace humanos. Igual tu también vives en el bullicio de una ciudad, cada día tienes que coger el metro para trabajar, pillas una cantidad de atascos, o tus días también llenos de ruidos. 

¿Cómo vamos a seguir los consejos de Pitágoras si vivimos en mitad de una ciudad y no tenemos grandes mares o grandes montañas que contemplar y donde respirar? Igual sí que hay una alternativa…


Este verano estuve en Nueva York. Era la primera vez que cruzaba el charco y subiendo a los grandes rascacielos me sentía como en el libro de Javier Aznar (que me lo presentó una gran amiga y lectora), el libro se llama Dónde vamos a bailar esta noche. Me llamó especialmente la atención este párrafo:


“Siempre que las cosas me superaban -algo habitual en Nueva York- solía subir a aquella azotea. Con los oídos taponados y el viento del Hudson soplando, me asomaba y miraba hacia abajo. Y dejaba que el vértigo se apoderara de cada centímetro de mi cuerpo. Todavía no he encontrado un remedio más eficaz contra los delirios de grandeza”. 

Preparando el viaje a Manhattan decidí que me llevaría la cámara analógica que me regalaron mis amigos por mi cumpleaños. Nunca había utilizado este tipo de cámaras, pero me encantaba las fotos que sacaba. Me parecía que son mucho más reales que las cámaras digitales a la hora de captar la luz, los colores y la calidad. 


Por lo tanto, me hacía ilusión estrenar el carrete con los paisajes neoyorquinos. 

Una vez a la vuelta del viaje, ya reveladas las fotos, no salieron como esperaba. Todavía no le había cogido el truco a la cámara y no tuve en cuenta unos factores que hacían que la cámara captase los movimientos muy rápidos. Y en vez de hacer fotos fijas, con los paisajes bien definidos, los edificios con sus límites y los rostros con sus expresiones bien marcadas, mis fotos se convirtieron en una fiesta de colores, ráfagas y movimientos. 



Broadway Av, Nueva York, foto tomada por Beatriz Azañedo
Broadway Av, Nueva York, foto tomada por Beatriz Azañedo

Donde Van Gogh definió las flores, los jarrones, y los árboles, mi cámara tomó movimientos sin definir y paisajes borrosos.

Mientras que Van Gogh tuvo una mirada atenta y cuidadosa a la realidad para después, plasmarla en sus cuadros, las fotos que saqué pasaban por alto el detalle. 

Cuadros de Van Gogh, Metropolitan Museum of Art, Nueva York, foto tomada por Beatriz Azañedo
Cuadros de Van Gogh, Metropolitan Museum of Art, Nueva York, foto tomada por Beatriz Azañedo

Teniendo en cuenta que tampoco me parecen fotos horribles, me parecía el claro ejemplo de una sociedad veloz, sin detenerse a contemplar, como ya animaban los antiguos. 


¿Qué tiene que ver mis fotos con el turismo del descanso que te he contado al principio? 


Las fotos son una demostración de que a veces vamos tan rápido por la vida que nos quedamos solo con ráfagas de lo que vemos, de lo que sentimos y vivimos. Incluso de lo que aprendemos y de las personas con las que vivimos. 


Para no tener que buscar un remedio radical (alojarse en hoteles del sueño de vez en cuando), te animo en tu rutina, en tu ciudad, en las personas con las que hablas cada día, en tu trayecto diario, a mirar un poco más el cielo, contemplar en tus días más rutinarios la belleza que sale a tu encuentro. 


La belleza que se esconde en la esquina de tu casa, en un atardecer de febrero, en una amistad, en una conversación, en la lectura que te espera en casa al llegar del trabajo o en el olor de las flores que acaban de plantar en tu calle. 


¿Te has dado cuenta que estas imágenes reflejan nuestra forma de vida?


Nos vemos el siguiente jueves, mientras tanto, párate a contemplar. 


 
 
 

9 Comments

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Guest
Feb 23
Rated 5 out of 5 stars.

Ojalá tener esa capacidad tan extraordinaria , q tu tan bien nos transmites y enseñas, de pararnos a contemplar y descubrir la belleza q tenemos a nuestro alcance. Con tus artículos nos estas enseñando a lograrlo. GRACIAS!!! Bes magnífica

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Guest
Feb 21
Rated 5 out of 5 stars.

Intentamos llegar a la luna y no somos capaces de disfrutsr con la belleza que tenemos a nuestro verdadero alcance y junto a nosotros.

Espectacular reflexión, Bea.

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Marisa
Feb 21
Rated 5 out of 5 stars.

Hola, Bea! Bello artículo, lleno de creatividad. Reflexión interesante. Muchas gracias. Un abrazo.

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Guest
Feb 21
Rated 5 out of 5 stars.

Beatriz, formidable reflexión. Gracias por guiarnos en este camino a aprender a contemplar. Que bonito "la belleza que sale a nuestro encuentro". Lo voy a tener presente cada día.

Gracias.

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Salva
Feb 20
Rated 5 out of 5 stars.

Toda la razón bea, todo pasa muy rapido y no nos paramos a observar. Acepto tu propuesta que dices: “….en vez de esperar a unas vacaciones para desconectar, aprendamos a contemplar y valorar los pequeños momentos de la vida diaria, como un atardecer, una conversación o el aroma de las flores en la calle…..”. Excelente.

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