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¿A qué te huele el frío?

Foto del escritor: Bea AzañedoBea Azañedo

Siempre he creído que las cafeterías tienen un encanto especial.

No sé si será por su olor a café recién hecho, el pan y los bollos recién sacados del horno, o el modo en el que está decorado el escaparate, donde uno no puede dejar de pasar de lado. Hace falta mucho arte para saber cómo colocar las ensaimadas, las tartas e invitar al paseante a que deje de lado sus quehaceres, y decida entrar a por una taza de té, una taza de chocolate caliente, o probar un dulce recién horneado.

Parece que con el frío apetece incluso refugiarse en una cafetería acristalada, y mientras tus manos se calientan con una bebida que irradia humo, observas a los paseantes, te fijas en detalles de la calle que si no fuera por estar atenta en ese momento preciso, pasarían desapercibidos a tu mirada, y das gracias por estar a refugio en un día tan frío como hoy. ¿A qué te huele el frío? ¿Qué forma tiene para ti?

Seguramente, tu realidad es la misma que aquella que observa el que está a pie de calle. Pero cuánto puede cambiar una ciudad cuando decides no solo ver, sino mirar, atentamente y disfrutando, de la realidad que te rodea.



Las cafeterías aparentemente son lugares cotidianos, a los que acudes de paso a por un café, a tomar un desayuno a mitad de mañana o para hacer un parón a tu rutina de trabajo. Pueden ser lugares accidentales, a los que acudes buscando un poco de tranquilidad. Pero, qué hay de las cafeterías a las que vas con una intención, con un claro propósito: disfrutar de una buena compañía, continuar el libro que has comenzado y te tiene en vela, adelantar trabajo o pedirte tu té favorito. En esta ocasión se convierten en un microespacio, con una atmósfera diferente a la que encuentras fuera, a pie de calle.

¿Cuál es para ti la cafetería que mejores recuerdos te trae?

Para mí no es fácil elegirlo, pues desde que estaba en la universidad me iba a una cafetería cerca de mi casa que se convirtió en mi cafetería de confianza, para escribir y leer. De hecho, fue en ese lugar donde, sin moverme de allí durante toda la mañana y parte de la tarde, escribí mi primer relato.

Sin embargo, pasados los años y creando nuevos recuerdos, me quedo con otra. Se trata de una cafetería en Nueva York, donde, en un contexto totalmente diferente, pues se trataba de una calurosa mañana de julio, un gran café con hielo acompañaba a los que huían del bullicio de Manhattan.

Algunos estaban acompañados, otros, sucumbían a la soledad con un portátil, el teléfono o un libro. A mí en especial me llamó la atención un señor que de espaldas a la cristalera, escribía en su libreta. Recuerdo su cara afilada y sus zapatos marrones de piel, diferentes ante la vestimenta más deportiva de los demás. En ese momento las palabras de mi padre me hicieron salir de mis pensamientos: “igual aquí se está escribiendo el próximo premio nobel”, refiriéndose al señor que escribía abstraído. Pues un lugar así, sin duda daba piel al comentario que hizo mi padre.


The Hungarian Pastry Shop, Nueva York


Esta cafetería era como aquellas que guardan un encanto especial, como si entre cafés, tés y croissants, volasen ideas y pensamientos. Lejos del bullicio de la ciudad, las cafeterías se convierten en espacios de creatividad, de diálogo, de convivir con el mundo interior que uno lleva dentro.

Si tengo que escoger un lugar favorito de Manhattan, diría ese rincón, donde, las paredes pintadas de rojo y color crema, lucían portadas de libros. Unas pequeñas luces iluminaban cada estancia, lo que hacía aún más acogedor aquel lugar de mesas marrones y rústicas. En la entrada, un porche de madera con más mesas daba la bienvenida al lugar, donde una pareja, entre café y café, compartía un espacio donde uno leía y el otro escribía en su portátil.

En el fondo, una cafetería así, se puede convertir en la prolongación de uno mismo, en un lugar al que acudir cuando buscas inspiración o un lugar donde adentrarte en tus proyectos o poner claridad a tus ideas.

Las cafeterías han sido a lo largo de la historia, lugares donde se reunían artistas, como los famosos cafés literarios de París o en Madrid, donde las tertulias entre filósofos y artistas se alargaban y daba pie a gin tonics acompañados de nuevas ideas o disputas sobre diferentes opiniones.

Las cafeterías han tenido siempre ese tinte de inspiración, de riqueza cultural, un espacio incluso melancólico y de gran belleza. Son estos lugares muy propios de la ciudad donde tenemos esas conversaciones íntimas con amigos que podemos llegar a pensar que cambiarán el mundo. Igual no cambian el mundo en sí a gran escala, pero sí que van transformando nuestro mundo interior, dejando una huella imborrable.

Cada vez que pases por una cafetería, piensa en todo un mundo que puedes encontrar dentro de ella.


Nos vemos en el siguiente artículo, mientras tanto párate a contemplar.

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15 commenti

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Ospite
06 feb

Cuánto de verdad tiene tu artículo! Y cómo me ha gustado!. Felicidades!

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Ospite
04 feb
Valutazione 5 stelle su 5.

Como puedes hacer ,con tanta facilidad, que de una simple cafeteria , veamos un lugar especial,único y tan interesante. Fascinas con tus escritos.

Eres única. Ĺegaras lejos!!!

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Ospite
18 gen

Aquí estoy mi escritora favorita, contemplando ese escaparate de ricos dulces... que peligro tan goloso¡¡

Que recuerdos me traes Bea a la memoria pensando en alguna de esas cafeterías de mi adolescencia, cuando aún vivía en Barcelona, que bien nos lo pasábamos con mis amigas de esa época... inolvidable¡¡ mirando si veíamos aquellos chicos de la última vez que nos habían gustado... pasábamos la tarde entre risa y risa con la ilusión de que apareciesen..

Ahí lo dejo en suspense... al final????

Ah¡¡¡¡....

Tu abuela

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Gemma
13 gen
Valutazione 5 stelle su 5.

Me ha encantado el artículo, me has hecho ver las cafeterías de otra manera, un sitio más acogedor, ahora las miraré con más interés y detalle.

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Ospite
13 gen
Valutazione 5 stelle su 5.

Has definida muy bien lo que es en la actualitat una cafeteria con encanto hoy en dia se valora y la gente lo agradece porque en ella pasan un rato agradable y acogedor

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